Al mosquito tirale con un maní: científicos del Conicet encontraron sensacional método para prevenir y tratar el dengue

Guillermo Correa

Especialistas del Conicet encontraron que un extracto de piel de maní, un residuo de la industria de la alimentación que procesa la oleaginosa –se hacen harinas, aceites y postres de consumo masivo, entre otros productos– puede servir para prevenir y tratar el dengue. Científicos del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (Inicsa, Conicet-UNC), en Córdoba, y del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (Inbias, Conicet-UNRC), en Río Cuarto, investigan el potencial de un extracto obtenido de la piel roja –el tegumento que recubre las semillas– de la oleaginosa, ingrediente principal de un postre nacional que logró fama mundial.
Los resultados obtenidos, publicados recientemente en la revista Plants, pueden “servir de base para el futuro desarrollo de tratamientos naturales, económicos y sostenibles” frente a la epidemia que crece cada año. La información fue dada a conocer por el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
La enfermedad transmitida principalmente por la picadura del mosquito aedes aegypti –también de otros, aunque en menor medida– cuyo territorio endémico está en plena expansión por el cambio climático comienza a toparse con enemigos naturales. Uno de ellos, muy utilizado en el norte santafesino para aliviar los síntomas y transitar la enfermedad, es la hoja de mamón (carica papaya). Un dueto de plantas nativas que ya da que hablar.

Picada contra el mosquito

Hoy asiduo compañero del porrón, el maní (arachis hypogaea) es una planta nativa americana cuyo uso masivo se remonta a entre 7 mil y 8 mil años. La revista Nature publicó en 2016 un estudio científico que rastreó el origen genético de lo que hoy se ingiere como maní común: se trata de un híbrido entre dos especies silvestres, un óvulo de arachis duranensis (que se distribuye por el sur de Bolivia y norte de Argentina) y polen de arachis ipaensis, cuya zona de origen es la selva de Brasil. “Esta hibridación ocurrió de la mano de la recolección y migración humana, así como con la polinización natural de insectos, hace unos 9.400 años, en la actual región subandina del sur de Bolivia” en lo que hoy son Chuquisaca y Tarija, determinó la investigación.
De aquel cruce nació el llamado maní cultivado, del que hoy se producen en el mundo unos 46 millones de toneladas y es clave en la nutrición humana.
Y también único: a diferencia del resto de las plantas con vainas que cultivan, la del maní no forma parte de la raíz, como usualmente se cree: es un fruto que madura bajo tierra.
El proceso es sorprendente. La flor polinizada se va secando y el fruto inicia su crecimiento en forma de un clavo que se inclina hacia el suelo y se entierra. Y allí quedarán la vaina seca con sus semillas.
“El inchik (nombre de la semilla en quechua) fue consumido y representado desde las culturas y ciudades más antiguas de América. Se utilizaban en la gastronomía: la lagua o leche de inchik, y el inchicapi, que eran la chicha fresca y la sopa respectivamente. El inchik fue cincelado en algunas estatuas de deidades en los templos de la civilización Chavín (aproximadamente, 1.200 años a. C.), en el centro-oeste de Perú”, marca la enciclopedia libre Wikipedia.
Y ahora el maní (taíno), manduví (guaraní), cacahuate (derivación del nahuatl) viene de sus tiempos remotos contra una enfermedad bien actual: “Tras una revisión bibliográfica exhaustiva, elegimos investigar la planta de maní por sus comprobadas propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas. Además, la provincia de Córdoba exporta grandes cantidades de esta leguminosa y su piel queda como un subproducto industrial. Nuestro estudio busca la revalorización de ese residuo a través de obtener un antiviral contra el virus del dengue, algo que no había sido probado antes”, explicó Carola Sabini, investigadora del Conicet y directora de la investigación.
En un trabajo anterior, el equipo obtuvo extractos de tegumento y de semilla de maní y evaluó su toxicidad en modelos experimentales sobre células (in vitro) y con ratones (in vivo). Con esa información, los especialistas establecieron con precisión concentraciones seguras de ambos productos naturales, que no dañen las células del huésped, y las utilizaron para estudiar su actividad antiviral contra el serotipo 2 del dengue en ensayos in vitro sobre cultivos celulares.
“El extracto de semilla tuvo muy poca actividad, ya que inhibió parcialmente al virus en las etapas intracelulares de la replicación, mientras que el extracto de tegumento, aún en bajas concentraciones, logró inactivar el virus al 100 por ciento”, sorprendió la científica.
“Creemos que estos efectos se deben a diferencias en la composición de cada producto. La semilla tiene más componentes lipídicos; en tanto que la piel de maní presenta polifenoles y proantocianidinas, que son grupos de moléculas conocidos por sus propiedades antioxidantes y antivirales”, continuó.
El equipo de trabajo demostró, además, que el extracto de tegumento inhibe el dengue tipo 2 en las diferentes etapas de su ciclo, cuando se une a la célula –adsorción– cuando la penetra y cuando se replica. “El compuesto también presentó acción virucida e, incluso, consiguió impedir la infección por DENV-2 cuando fue aplicado a modo de tratamiento previo de las células”, dijo la especialista en microbiología.
Para Sabini, esta amplia actividad antiviral excedió las expectativas: “Es muy importante, porque implica que puede tener diferentes usos, como tratamiento para las personas infectadas y como preventivo o profiláctico que impida la infección”. Completo.

Del conocimiento científico al saber popular

Otra planta nativa americana que está siendo investigada con sumo interés es el mamón. Papaya es una planta de uso tan milenario como el maní, y el nombre es originario de la lengua maya. Papayón, fruta bomba, olocotón, papayo, mamón, lechosa o lechoza, son los nombre que tiene en el continente, y sus usos son más que variados. El fruto maduro se come fresco o en licuados, pero cuando está verde algunas tradiciones culinarias lo usan en forma de hebras en ensaladas. Verde también se corta en trozos y se hierve con azúcar: el mamón en almíbar es típico del norte santafesino. Y verde también se prepara en conservas, como suele hacerse con los pepinos o las berenjenas.
Uno de sus componentes, la papaína, hace tiempo que es usado en laboratorios de productos medicinales y de odontología. Pero tradicionalmente aprovecharon sus virtudes los nativos americanos: usaban sus hojas como ablandador de carne. Le cambia la consistencia pero no el gusto, tornándola tierna en forma ostensible.
¿Y frente al mosquito? Aunque los estudios sobre este remedio popular son todavía recientes, y algunas fuentes sostienen que “no hay evidencias suficientes” a nivel científico de que la hoja de papaya pueda paliar la enfermedad, lo cierto es que abundan testimonios en primera persona que avalan el uso.
Así lo reconoció el médico Marcelo Sauro, director del posgrado de Plantas Medicinales de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR. “Sé que lo usan mucho en el norte de Santa Fe, y más al norte también. Y hay algunos trabajos que hablan del uso de la hoja de mamón para el tratamiento del dengue, pero yo no tengo experiencia”, explicó a El Ciudadano.
Tal como dijo, los papers se van acumulando. Ya un sitio oficial de Estados Unidos, National Library of Medicine, publicó un estudio en pacientes de 45 años que concluye que el extracto acuoso de hoja de mamón “exhibió actividad potencial contra la fiebre del dengue” y que diferentes partes de la planta “se pueden utilizar como un fuerte candidato natural contra las enfermedades virales”.
También publicó un estudio la revista Frontiers in Pharmacology que señala a la planta de mamón con triple beneficio: actividad antiviral, prevención de la trombocitopenia (reducción del número de plaquetas en sangre) y aumento de la inmunidad durante la fiebre del dengue.
Otro estudio, pero in vitro, publicado en ScienceDirect, arrojó “actividad antiviral de carica papaya en formulaciones contra el virus del dengue tipo 2 y el virus chikungunya”.

La libertad de contraer dengue

La cultura ancestral y popular, y la investigación de la ciencia pública son cruciales frente a un virus de alto impacto económico y social, en el que se vienen haciendo intensas campañas públicas y operativos de vacunación. En lo que va de la gestión de La Libertad Avanza los precios de los medicamentos se multiplicaron, a la par que el Estado nacional dejó de brindar cobertura en distintos porcentajes de muchos. Y en forma privada, por caso, la empresa Vacunar hace vacunación: “El valor de la vacuna contra el Dengue es de $102.961,99 por dosis”, dice en su sitio.
De igual modo se aclara que sobre ese importe “se aplica el descuento convenido según la cobertura médica” y que se puede “abonar en 3 cuotas sin interés a través de Mercado pago”.
“Para pacientes particulares ofrecemos un 20% de descuento abonando en efectivo, tarjeta de crédito y débito”, completa Vacunar, aclarando que “la vacuna contra el dengue se aplica únicamente con turno previo” que se solicita ingrsando al sistema a través de la web.
Según la IA experimental de Google, una de las inteligencias artificiales actuales, el valor de la vacuna contra el dengue oscila entre $70.993 por dosis (Vacunar, con descuento) y los más de 100 mil pesos antes citados. “En la Red de Vacunatorios Rossi y Stamboulian, la vacuna cuesta $71.293 por dosis”, agrega la IA.
En tanto, en el sistema público entre septiembre y noviembre se habían vacunado en Santa Fe más de 50 mil personas a través del programa Objetivo Dengue, lanzado para “reducir la morbilidad y mortalidad por dengue, disminuir el riesgo de propagación de brotes y prevenir la endemicidad”.
Pero la vacuna se define oficialmente como “una de las herramientas” para luchar contra el dengue, además de descacharreo, la limpieza, el uso de repelentes y la fumigación. De modo que los recursos tanto públicos como privados que se destinan a la enfermedad son enormes: sólo en Santa Fe se presupuestaron $8.000 millones para Objetivo Dengue.
El tema preocupa a medio país: la temporada 2023-2024 marcó un récord de casos a nivel nacional, con 556.820 contagios y 404 muertes, según cifras oficiales. Se lo considera “el brote de dengue más grave” hasta ahora en la Argentina, que venía oscilando entre 40 mil (2016) y 60 mil (2020) casos. Por ello distintos gobiernos provinciales y la Nación acordaron una estrategia para disminuir los afectados y prevenir fallecimientos.
Hasta ahora, en tanto, en la temporada 2024/2025, se han confirmado 162 casos de dengue. De ellos, 153 no tienen antecedentes de viaje. La Región Centro concentra el 59,9% de los casos, seguida por el Noroeste y el Nordeste. Las regiones Cuyo y Sur tienen menos del 2% de los casos.
Las cifras apuntan que la Región Nordeste tiene la mayor incidencia acumulada, con 1.362 casos por cada 100.000 habitantes. En ese marco los serotipos DENV 1 y DENV 2 son los más frecuentes, de las cuatro variantes principales. Pero el alerta extra era el más de medio millón de contagiados del brote anterior: si una persona que tuvo dengue vuelve a contagiarse con otro serotipo, aumenta el riesgo de que desarrolle formas graves de la enfermedad, como el dengue hemorrágico.

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