A medida que se acerca el Super Bowl LIX, la ciudad de Nueva Orleans enfrenta serios cuestionamientos sobre su capacidad para garantizar la seguridad de los asistentes. Tras el reciente ataque en Año Nuevo, que dejó 15 víctimas fatales, las autoridades locales intensificaron sus esfuerzos para reforzar medidas de seguridad. Sin embargo, las dudas persisten, si se considera la relevancia nacional e internacional del evento deportivo, que moviliza muchísimas personas, no solamente dentro de Estados Unidos.
El ataque en el Barrio Francés se produjo en plena temporada festiva, un momento clave para la ciudad debido a la afluencia de visitantes. Este suceso resaltó vulnerabilidades que Nueva Orleans debe atender antes de febrero, cuando se celebrará el evento deportivo más importante de Estados Unidos. Con la ciudad aun recuperándose del impacto emocional y logístico, las conversaciones sobre la posibilidad de trasladar el Super Bowl a otra sede comenzaron a surgir.
De acuerdo con CNN, la alcaldesa LaToya Cantrell le solicitó al gobierno federal un aumento en los recursos de seguridad. Actualmente, las designaciones de seguridad SEAR (Evaluación de Eventos Especiales) colocan al Super Bowl como prioridad máxima, pero se busca extender esta categorización también al Mardi Gras, la festividad de múltiples carnavales. Además, la Policía de Nueva Orleans trabaja en un plan integral que incluye nuevas barreras de protección y estrategias preventivas en puntos considerados vulnerables.
Uno de los mayores señalamientos tras el ataque de Año Nuevo es la ausencia de bolardos y barreras temporales en áreas concurridas, las cuales habrían estado en reparación. A pesar de que en 2019 se advertía sobre el riesgo de ataques con vehículos, las recomendaciones no se implementaron a tiempo. Esta inacción en la infraestructura de seguridad generó una investigación interna para determinar responsabilidades y corregir deficiencias.
Aunque cambiar la sede del Super Bowl podría parecer tanto drástico como desprolijo, no sería la primera vez que un evento de esta magnitud se traslada por razones extraordinarias y ajenas al deporte. Sin embargo, llevarlo a cabo significaría un golpe económico significativo para Nueva Orleans, que depende de los ingresos turísticos generados por eventos muy masivos como este.
Mientras el FBI continúa investigando los antecedentes del atacante, que incluyen posibles conexiones internacionales y movimientos sospechosos en otras ciudades, los líderes locales trabajan contrarreloj para demostrar que Nueva Orleans es seguro para sus residentes y visitantes.