Tener una mascota no solo significa alegrar un hogar con la compañía de un amigo fiel o travieso, sino también cuidar del bienestar emocional. Diversos estudios demuestran que la relación entre humanos y animales tiene un impacto positivo en la salud mental, al reducir el estrés y fomentar sentimientos de calma y felicidad. No obstante, una de las acciones más sencillas y cotidianas que se realiza con las mascotas, acariciarlas, tiene un poder aún más sorprendente para la mente.
Acariciar a un perro o un gato fortalece el vínculo con el amigo peludo y desencadena una serie de reacciones físicas y psicológicas en el cuerpo, de acuerdo al medio científico News in Health. Esta simple acción reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta la producción de serotonina y oxitocina, neurotransmisores asociados a la felicidad y el bienestar.
De hecho, los beneficios de acariciar a una mascota varían según las características de cada animal. En los perros, por ejemplo, estos gestos estimulan la liberación de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”. Este vínculo químico refuerza la conexión emocional entre el perro y su cuidador, mientras que disminuye la ansiedad y promueve la calma y la felicidad en ambos. Lo que hay que tener en cuenta para poder disfrutar de una sesión de caricias largas y de calidad, es que a ellos les gusta que los mimen en áreas específicas como la cabeza, el cuello o la panza.
Por otro lado, cuando se acaricia a un gato, el cuerpo humano responde mediante la liberación de endorfinas que hace a la persona sentirse relajada, indica el Hospital de Niños de Nueva Orleans«>indica el Hospital de Niños de Nueva Orleans. Además, el ronroneo que producen indica placer y hasta puede tener un efecto terapéutico en él y en quien lo acaricia. Sin embargo, dado que los gatos son más susceptibles a la sobre estimulación, ellos prefieren caricias suaves y en zonas como el mentón o la parte superior de la cabeza. En el transcurso de la acción, es esencial estar atentos a señales como mover la cola o aplanar las orejas, que indican que necesitan un descanso.
A pesar de estos beneficios, es importante tomar ciertas precauciones al interactuar con las mascotas. Lavarse las manos con jabón después de acariciarlas, además de ayudar a prevenir la transmisión de bacterias o alérgenos, también reduce el riesgo de contaminación cruzada con alimentos u objetos en el hogar. A su vez, las mascotas pueden liberar olores corporales o de su entorno, lo que hace recomendable una higiene adecuada tras interactuar con ellas. En personas alérgicas, el contacto con el pelaje puede desencadenar reacciones, por lo que se sugiere evitar tocarse la cara después de acariciarlas y limpiar bien las manos y las áreas expuestas.
En el plano emocional, más allá de los momentos de calma y conexión que propician las caricias, tener una mascota representa un apoyo emocional constante. Para las personas adultas, su compañía combate la soledad, al ofrecer consuelo a quienes viven solos o atraviesan momentos difíciles. Y para los niños, un estudio publicado por el Human Animal Bond Research Institute sugiere que las mascotas pueden fomentar el desarrollo saludable en casos de autismo, TDAH o déficit de atención, lo que promueve la empatía y la comunicación.
Pero los beneficios que ofrece tener mascotas no se restringen a lo que se produce en la mente. También hay otros aportes que tienen que ver con el bienestar físico o la socialización.