A cuatro días de la votación en el Senado, donde su pliego fue rechazado por dos tercios del recinto, el académico declinó su cargo.
El juez de los 39 días
“Me dirijo a Usted a fin de presentar la renuncia indeclinable al cargo de juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para el que fui nombrado, en comisión, por el decreto 137 del 26 de febrero de 2025“, sostiene García Mansilla en la carta de renuncia dirigida al presidente de la Nación.
De este modo, la Corte vuelve a funcionar con tres jueces: Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti. Por otro lado, tras la definición del Senado, el juez federal Alejo Ramos Padilla había dictado una medida cautelar que le impedía a García Mansilla, durante tres meses, ejercer la facultad de dictar fallos y tomar decisiones administrativas en la Corte.
El apercibimiento por no respetar la medida implicaba “sanciones penales y/o pecuniarias” y también alcanzaba a quienes “no cumplieran” con ese mandato judicial.
Si bien desde el gobierno intentaron que el académico continuara en el cargo hasta el final de las sesiones ordinarias, terminó desistiendo ante la presión que se había acumulado luego de que su pliego cayera en el Senado.
Así lo menciona en su carta de renuncia: “Permitirían continuar en el cargo hasta el 30 de noviembre, o hasta la fecha en que finalicen las eventuales sesiones de prórroga, o hasta que se nombre un reemplazo con acuerdo del Senado”, pero agregó: “Sin embargo, estoy convencido de que mi permanencia en el cargo no ayudaría a que los responsables de integrar debidamente el Tribunal tomen conciencia de la seriedad de este problema y actúen en consecuencia”.
No eran pocos quienes señalaban como incorrecto que no dejara la Corte de inmediato. En ese sentido, se pronunciaron organizaciones como el Colegio Público de la Abogacía de la Capital Federal y un grupo de profesores de derecho que difundieron una solicitada.
La jugada maestra del gobierno terminó convirtiéndose en un escándalo que aumentó la fragilidad institucional, mostrando al órgano más importante de la Justicia argentina como adicto al poder de turno. Además, se estima que en los 39 días en que García Mansilla fue miembro de la Corte de forma irregular habría firmado 214 fallos que están bajo el escrutinio público y deberían ser investigados.
Asimismo, cabe señalar que la derrota en el Senado es un reflejo de las crisis abiertas del gobierno, así como también de las disputas en curso con bloques que venían actuando de forma servil a sus designios. En un marco donde Milei pretendía organizar al Poder Judicial como un monarca, esta situación llega como un balde de agua helada para su gestión.