Industriales: reclamos moderados en público y pronósticos pesimistas en privado

CÓRDOBA (Enviado especial).- El festejo del Día de la Industria que tuvo lugar en la capital mediterránea el martes fue principalmente una demostración de la potencia manufacturera de esta provincia que tiene automotrices, cementeras, metalúrgicas y autopartistas por todos sus rincones.

Aquí hace 17 años que cada 2 de septiembre la Unión Industrial de Córdoba (UIC) realiza su propio coloquio, que convoca al gobernador provincial y a casi un millar de industriales de todos los tamaños. En esta edición se sumó al Coloquio la plana mayor de la entidad madre, la Unión Industrial Argentina (UIA), que desde abril encabeza el empresario bonaerense Martín Rappallini. “El corazón de la industria late en el interior”, dijo Rappallini en retribución de la hospitalidad.

Pero más allá del refugio que las sierras cordobesas le dieron al encuentro de los industriales, la sensación predominante era de estar a la defensiva la mayor parte del tiempo. Y no solo por la política de apertura del gobierno libertario: en su discurso, Rappallini admitió que “la sociedad nos exige que tengamos calidad y precios internacionales” y se defendió argumentando que la culpa es de la presión impositiva. “En Argentina no solo es caro producir, también lo es transportar o vender. La prueba es que lo importado cuesta el doble que en la región, con igual nivel de arancel”, dijo.

El anfitrión y productor de maní, Luis Macario, planteó por su parte una agenda post eleccionaria, donde dijo que es “urgente” incorporar la reforma tributaria, la modernización laboral, el acceso al crédito productivo y el fortalecimiento de la infraestructura. “Sin crédito la industria se asfixia. Necesitamos tasas razonables e instrumentos específicos para invertir en bienes de capital, reconversión tecnológica y exportaciones”, pidió.

“No nos vamos a cansar de repetirlo, el nuestro es un sector transable y competimos todo el día con el mundo. Nuestro desafío es ser cada vez más competitivos puertas adentro, pero necesitamos un Estado que nos genere las condiciones para ser competitivos”, insistió Rappallini. “Hay una velocidad en la apertura de la economía sin resolver antes de corregir las distorsiones estructurales”. Escuchaban Daniel Urcía (Federación de Industrias Frigoríficas Regionales), Roberto Urquía (AGD), Luis Pagani (Arcor), Alberto Sellaro (Cámara del Calzado), Guillermo Moretti (vice de la UIA) y Claudio Drescher, entre otros. También directivos de automotrices como Pablo Sibilla (Renault) y Daniel Herrero (Mercedes Benz-Prestige).

Herrero, además, fue uno de los oradores invitados. Entre los industriales pisa fuerte, ya que durante su larga década al frente de Toyota Argentina la automotriz pasó a ser la principal exportadora de vehículos del país. Ahora tomó las riendas de la planta de Mercedes-Benz en La Matanza (como CEO del grupo local Prestige, que encabeza el empresario de seguros Pablo Peralta) y acaba de cerrar un convenio con su par brasileña para exportarle el año que viene 10.000 utilitarios Sprinter.

Su planteo fue en la misma dirección que sus pares: “Tenemos talento, vocación industrial y recursos clave como el litio. Pero necesitamos un modelo previsible, infraestructura adecuada y una matriz impositiva que no castigue la producción si queremos competir en serio”.

Abajo del escenario, un productor de Tierra del Fuego comentaba que desde que comenzó el año están vendiendo la décima parte de equipos que hace dos años. “Antes la gente corría a comprar todo para protegerse de la inflación, pero lo que ahora están viendo es que los equipos que entraban a diez ahora cuestan nueve y probablemente en algunos meses cuesten ocho. Entonces ya no compran”.

A su lado, un fabricante de línea blanca bonaerense comentaba la escasa presencia de funcionarios del Gobierno nacional: el único integrante de peso fue el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien tuvo a su cargo la tarea de defender la política industrial del Gobierno sin contar con ningún tipo de anuncio. Abajo lo apuntalaban el secretario de Coordinación Productiva, Pablo Lavigne, y la subsecretaria de Política Industrial, Daniela Ramos.

Francos puso el acento en la velocidad con la cual el Gobierno redujo la deuda comercial de los industriales con sus proveedores o casas matrices del exterior. “Había casi 50.000 millones de dólares de importaciones suspendidas, un 10% del PBI, que demoraba el desarrollo de todo el país. Ahora nos reclaman por los problemas en la infraestructura. ¿Cuánto se invirtió en las rutas en los años que no gobernamos nosotros? A veces a uno le hierve la sangre cuando escucha reclamos tan ilegítimos de parte de quienes han causado el daño”, se defendió.

Guillermo Francos da un discurso en Córdoba en el Día de la Industria.

“Lo que esta gente no entiende es que la industria no es un lujo del cual se puede prescindir, o que con estabilizar la macro alcanza para que todo arranque”, decía por lo bajo otro industrial, metalúrgico, al finalizar el discurso del Jefe de Gabinete. “La industria le da trabajo a cuatro millones de personas y a la vez genera cadenas de valor, algunas más organizadas y otras más informales, pero en todos los casos funcionan como motores de la economía. Y ahora todo ese entramado se encuentra con la peor combinación imaginable: una recesión generada por las tasas altas, presión impositiva y competencia importada. Lo único que todos estamos esperando hoy es que pasen las elecciones, así sabemos donde estamos parados”.

-¿Y también con una devaluación?

-Eso no lo sabemos. Pero lo que queda claro es que si ahora está lleno de argentinos que viajan al exterior y compran las cosas a la mitad o menos, no es porque nosotros vendemos al doble. Es porque el dólar está retrasado. Es algo que ningún gobierno, de ningún tipo, ha podido evitar hacer antes de una elección.

Arriba del escenario se habían sentado nuevamente Rappallini, ahora con el titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino. “La dicotomía campo–industria es una falacia que se destruyó hace mucho tiempo, afirmó Pino. Rappallini coincidió: “Tenemos que dejar de ver para atrás y enfocarnos en lo que podemos hacer juntos. El ejemplo de Brasil muestra que campo e industria pueden crecer simultáneamente”.

Diego Coatz, director de la UIA y desde hace años economista de la entidad, señaló con gráficos que la industria medida por cantidad de habitantes no crece desde 2011. “A diferencia de lo que ocurre en otros países, en Argentina la caída de la producción es absoluta. Aun así, en un año normal la industria representa entre el 17% y 19% del PBI, genera el 20% del empleo formal y paga salarios 30 a 35% más altos que el promedio”, subrayó.

Con menos público que al comienzo de la jornada (ya eran cerca de las 19.00 y el encuentro había comenzado al mediodía), un fabricante textil de Tierra del Fuego observaba con cara de pocos amigos. “Así como estamos, nosotros somos los primeros que vamos a cerrar en la isla. Nosotros podremos usar nuestra red comercial para importar y distribuir. ¿Pero de qué van a trabajar los operarios despedidos?”.

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