En la rutina diaria, solemos dejar nuestra salud en segundo plano, absorbidos por las obligaciones y el ritmo acelerado. Sin embargo, dedicar tiempo a nuestro bienestar físico, emocional y mental no solo nos permite sentirnos bien hoy, sino que también nos ayuda a construir un futuro más saludable y equilibrado.
De acuerdo a la Asociación Latinoamericana de Autocuidado Responsable (ILAR), se estima que alrededor del 57% de la población adulta de la región (302 millones de habitantes) tiene sobrepeso y el 19% (100.8 millones de personas) padece obesidad. Estas condiciones favorecen el desarrollo de enfermedades crónicas que representan inversiones millonarias de los sistemas de salud para su tratamiento. Además, causan el 30% de mortalidad en la región por enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión y enfermedad renal crónica.
“Cuidarnos es una forma de prevención. Nos ayuda a evitar enfermedades, a reducir el estrés y a mejorar la calidad de nuestras relaciones, también nos permite ser más productivos y estar más presentes en nuestra propia vida; es una inversión a largo plazo: lo que hagamos hoy en favor de nuestra salud impactará directamente en cómo nos sentiremos en los próximos años”, dijo Ailin Catalá, especialista en comunicación en salud y jefa de comunicación institucional de Ospedyc.
El autocuidado físico es una de las bases fundamentales del bienestar integral. Nuestro cuerpo nos acompaña toda la vida y necesita atención para mantenerse fuerte y saludable. Alimentarse de manera consciente, por ejemplo, no significa hacer dietas extremas, sino aprender a darle al organismo los nutrientes que necesita. Incorporar más frutas y verduras, beber suficiente agua y evitar los ultraprocesados son decisiones que, aunque simples, marcan una gran diferencia.
El movimiento es otro pilar esencial. No hace falta inscribirse en un gimnasio o correr maratones para estar activos. Una caminata activa diaria, optar por escaleras en lugar de ascensores o estirarnos después de varias horas de trabajo ya son pequeños gestos que suman y que pueden ayudar a mejorar nuestro estado físico y mental. Por otro lado, descansar bien también es parte del autocuidado: respetar las horas de sueño, crear un ambiente relajante antes de dormir y evitar las pantallas en la cama favorecen un descanso más reparador y ayudan a regular el estado de ánimo y la energía diaria.
“El autocuidado emocional es igual de importante que el físico Aprender a reconocer nuestras emociones y darles un espacio es fundamental. Si algo nos abruma, podemos tomarnos un momento para respirar profundo, escribir lo que sentimos o compartirlo con alguien de confianza. Establecer límites saludables también es parte de este proceso. Aceptar que no podemos con todo y decir ´no´ cuando es necesario es una manera de proteger nuestro bienestar”, señaló Catalá.
Asimismo, añadió: “Aprender a desconectarnos, tomarnos pausas y permitirnos descansar sin culpa también forma parte del autocuidado emocional. Un momento de tranquilidad, una actividad que nos guste o simplemente darnos el permiso de no hacer nada cuando lo necesitamos son pequeños gestos que pueden hacer una gran diferencia”.
Así como ejercitamos el cuerpo, es importante estimular la mente. Leer, aprender algo nuevo, escribir o hacer ejercicios mentales ayuda a mantener nuestras capacidades cognitivas activas y previene el desgaste mental. También es clave reducir la sobrecarga informativa. Estamos constantemente bombardeados con noticias y contenido en redes sociales que muchas veces nos generan ansiedad y estrés. Hacer pausas, limitar el tiempo de exposición a las pantallas y elegir qué información consumimos nos ayuda a mantener una mente más clara y tranquila.
El primer paso es empezar hoy
El autocuidado no tiene por qué ser complicado ni requerir cambios drásticos de un día para el otro. Lo esencial es comenzar con pequeñas acciones sostenibles en el tiempo. Gestos tan simples como beber un vaso de agua al despertar, reducir el uso del teléfono antes de dormir o dar un paseo de diez minutos pueden impactar positivamente en nuestro bienestar.
Pero el autocuidado también implica decisiones cotidianas que pueden salvar vidas y prevenir enfermedades: abrocharse el cinturón de seguridad en todos los asientos, limitar el consumo de alcohol, cruzar la calle con prudencia, mantener una buena higiene dental, ventilar adecuadamente los espacios para evitar intoxicaciones por monóxido de carbono o conocer los antecedentes médicos familiares para realizar los chequeos correspondientes.
Elegir no fumar o dejar de hacerlo, por ejemplo, es una de esas decisiones que pueden cambiarlo todo: detrás del consumo de tabaco hay un camino silencioso que muchas veces conduce a enfermedades graves como el cáncer de pulmón o los problemas cardíacos y respiratorios, que marcan profundamente no solo a quienes las padecen, sino también a sus familias.
“Estas prácticas, representan formas inmediatas y efectivas de cuidar nuestra salud y mejorar nuestra calidad de vida. Al incorporar hábitos saludables en nuestra rutina diaria, estamos invirtiendo en nuestra salud presente y en nuestra calidad de vida futura”, finalizó la especialista.