En diálogo con Canal E, el economista Alejandro Barros mencionó que, “la economía viene bien, pero necesita ser activada porque si no, no va a lograr los objetivos de llegar en buenas condiciones a fines del año”, al analizar la coyuntura inflacionaria y cambiaria de cara al segundo semestre.
Presión inflacionaria y expectativas de fin de año
“Era esperable porque hay dos efectos que se impactaron en julio y fines de junio”, explicó ele ntrevistado en referencia al reciente repunte de precios. Por un lado, “los aguinaldos, sobre todo los pasivos más altos, generan más dinero en la calle y provocan aumentos”. A esto se suma que el propio Estado, según el economista, “necesita hacer circular más los bienes y servicios para poder activar la economía”.
A pesar de que el gobierno proyectaba una inflación con “un cero por delante” hacia mitad de año, según declaraciones del propio presidente y del asesor Federico Sturzenegger, Barros fue contundente: “Una cosa es la publicación de la propaganda del gobierno, otra cosa es la realidad de las necesidades del Estado”.
Respecto a las estimaciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que plantean una inflación mensual de entre 1,5% y 1,7% hasta fin de año, Barros relativizó la preocupación: “Todo el pronóstico del gobierno desde principios de año es mantener un nivel de inflación que ronda entre el 1,30% y 1,40%, con lo cual cualquier número por debajo de eso está dentro de lo previsto”.
Además, aclaró que la inflación cumple una función dentro del sistema fiscal: “La inflación es un impuesto encubierto”, remarcó, indicando que el gobierno podría no estar interesado en reducirla drásticamente si eso compromete los ingresos fiscales.
Dólar, elecciones y estabilización económica
Frente al reciente aumento del dólar —que tocó los 1.270 pesos y se aproxima al techo de la banda de flotación— Barros fue enfático: “Esto es normal en una economía que empieza a estabilizarse”.
El economista aclaró que “el dólar debería fluctuar al alza o a la baja dependiendo de las necesidades de la economía” y explicó que, tras la época de liquidaciones, es natural que haya menor ingreso de divisas y cierta presión sobre el tipo de cambio.
“Estamos recién empezando en una etapa de normalización”, señaló. No obstante, advirtió que “cualquier desajuste en el tipo de cambio puede provocar un desajuste de expectativas en la población”, especialmente en un año electoral.
Como ejemplo comparativo, mencionó el caso de Australia: “Ellos tienen fluctuaciones de casi el 30% de su moneda durante el año, muy dependientes de la balanza comercial”, explicó, destacando que ese tipo de comportamiento no debería alarmar si va acompañado de una expansión del mercado interno.
Frente al temor de una corrida cambiaria o inestabilidad mayor, Barros se mostró tranquilo: “No debería asustarnos y no debería pegar una estampida muy grande el dólar, salvo que hagan alguna macana económica”.