En el final del camino, muy oscuro, complejo, que viene de fracaso en fracaso en este 2025 para Boca, hay una luz. Y ese resplandor en la Bombonera lo entregó Leandro Paredes, que en apenas media hora mostró su claridad, su pegada, su visión de juego. En este presente sin rumbo, un campeón del mundo vigente, que entiende y sabe de las urgencias que tiene el club del cual es fana -por algo decidió regresar a los 31 años-, es algo positivo para los hinchas xeneizes. Esos que se fueron caminando post 1-1 con la misma sensación que durante todo el año, en el que Boca no gana hace nueve partidos, en el que el equipo está en una eterna refundación, ahora con Russo…
Paredes, con un poco de su talento, ordenó parte del desconcepto que mostró Boca en su debut en el Clausura. No es que Leandro brilló, pero en un 11 al que le costaba juntar pases y generar juego, se hizo dueño, parado bien de cinco, quizás muy lejos del área, pero con esa determinación y esa pegada que lo hicieron perdurar a lo largo del ciclo de Scaloni. Así, acaparó la presión, se hizo eje y le dio una inyección desde el campo que luego se trasladó a las tribunas y al resultado, ese empate -con sabor a poco- ante Unión.
En un Boca urgido de resultados y de títulos (más de dos años y medio sin una vuelta olímpica), alguien que pone la pelota abajo de la suela y que puede bancarse los reflectores es más que importante. Pero Paredes precisa compañeros que lo interpreten, algo que anoche entendieron por momentos Barinaga y Blanco. El contexto (Unión defendiendo la victoria, muy hundido en su área) ayudó para que en esta vuelta al fútbol argentino, aguerrido y físico, no tuviera que recorrer tantos metros ni trenzarse en luchas titánicas.
Paredes necesitará ayuda para sacar a Boca del pozo. Por ahora, es una buena noticia para un plantel y un club que viven muy contrariados.
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