Los días turbulentos del peronismo por su interna de poder, sin acuerdo a la vista entre Cristina Kirchner y Kicillof

Otros tiempos. Cristina Kirchner junto a Jorge Ferraresi y Axel Kicillof, los pruncipales apuntados por el camporismo

El peronismo es un gran caos. Mientras empiezan a quedar atrás los primeros días de enero, el espacio político suma focos de conflicto y se aleja de la siempre ponderada unidad de acción. Es verdad que el año recién arranca y la temporada política de verano suele bajar las revoluciones de la rosca. Un matiz.

Pero también es verdad que resulta imperioso para la oposición discutir una estrategia y una táctica electoral en un escenario nacional donde habrá múltiples desdoblamientos de las elecciones provinciales. El peronismo tiene que empezar a definir el rumbo de su viaje electoral porque su principal oponente lo está haciendo sin prisa, pero sin pausa desde hace varios meses.

La relación entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof sigue siendo mala. Con algunos nexos de comunicación intermitentes y sin un acuerdo a la vista. “No hay predisposición del lado de ellos”, sostienen en La Plata, donde dan cuenta que el vínculo está deteriorado, pero que es posible que en algún momento vuelva a encauzarse.

Mientras ese posible acercamiento se mantiene en agenda, la ex presidenta sigue de vacaciones en su casa de El Calafate, preparando su regreso territorial en el inicio del año electoral. En paralelo, el gobernador bonaerense dio luz verde a la construcción de un frente electoral para enfrentar a La Libertad Avanza (LLA) en los comicios de este año. Vuelo propio para mostrar que es él el que puede manejar la locomotora.

Abal Medina, cercano al esquema de Kicillof, pidió realizar una interna en la Ciuidad de Buenos Aires

El kicillofismo, con Carlos Bianco y Andrés “Cuervo” Larroque a la cabeza, avanza en el armado de las mesas distritales “Es con Axel”, una forma de darle territorialidad y volumen político al esquema que lidera el Gobernador. Un camino que el economista empezó a recorrer el año pasado y en el que se van sumando, lentamente, dirigentes que confían en la posibilidad de un cambio de ciclo con él en la delantera.

La relación conflictiva es el marco donde el Gobernador debe definir temas que está dilatando. El principal es el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses. La ex presidenta ya fue clara en la cumbre de unidad que se realizó en Moreno a fines del año pasado. Los comicios deben ir unificados con los nacionales porque se debe discutir una sola cosa: Milei, sí o Milei, no. Kicillof no está tan seguro de que sea así.

Los primeros meses del año serán importantes para el mandatario bonaerense. Sin haber podido obtener el Presupuesto y con dificultades en la relación con los intendentes de su propio espacio político, las adhesiones que sus lugartenientes puedan conseguir para hacer crecer su proyecto político, le darán más espalda en la posible negociación por el armado de la lista nacional y el de las listas seccionales. Qué tiene para mostrar, qué representa su rebeldía.

En el comienzo del verano político parece haber menos rosca que otros años. Sobre todo vinculada a la construcción de la paz entre el cristinismo y el kicillofismo. Cada hora que pasa se va asentado la idea de que esa relación se puede quebrar, como parte de un desenlace natural por el recambio histórico del peronismo.

En ambos lados del mostrador son críticos de sus rivales internos, pero, al mismo tiempo, dejan saber que lo más lógico es que todos se terminen sentando en la misma mesa. Unidad hasta que duela, suele decir algún peronista con varias batallas encima. El tema es definir cuándo, con qué actores y con qué predisposición. Mientras tanto, Kicillof sigue dando algunas señales de autonomía.

Cristina Kirchner se encuentra de vacaciones en El Calafate

En todo ese proceso de forcejeos y reproches, Sergio Massa se está erigiendo como un nuevo punto de unidad. Mantiene diálogo con las dos partes y le baja a los propios una idea concisa: el peronismo puede ser competitivo este año, pero debe ir unido. En caso contrario, alguien tendrá que pagar los costos de la fractura.

La disputa de CFK y Kicillof tuvo un ribete inesperado en la Ciudad de Buenos Aires. Juan Manuel Abal Medina, cercano al esquema porteño del proyecto del Gobernador, avisó que quiere competir en una interna con el candidato a senador nacional que ponga el cristinismo en la cancha. El nombre que pica en punta para ese lugar es el del camporista Mariano Recalde.

El ex jefe de Gabinete mantiene un vínculo fluido con Victoria Montenegro, legisladora porteña que forma parte de La Patria es el Otro, la agrupación que conduce el “Cuervo” Larroque. Con distintos condimentos y nombres propios, en el fondo la disputa es la misma. Un quiebre marcado en el peronismo y la falta de reconocimiento de un sector al liderazgo de CFK. Una redición acotada a los márgenes porteños de la discusión que hay en la cúpula K.

La falta de acuerdos en el peronismo santafesino para la lista de convencionales constituyentes, la interna furiosa entre Osvaldo Jaldo y Juan Manzur en Tucumán, las fisuras en el bloque de Diputados que podrían derivar en el portazo de un grupo de legisladores y las ganas de armar un bloque aparte que tiene un puñado de senadores, son todos focos de conflictos que están latentes y amenazan con agrietar aún más a la fuerza política. No hay paz. El silencio de enero puede anticipar una tormenta en febrero.

Axel Kicillof avanza en el armado de un frente electoral nuevo en la provincia de Buenos Aires

Esas son solo algunas de las discusiones de poder que pueden tener consecuencias mayores durante el desarrollo del año electoral. CFK, al mando del PJ Nacional, tiene el desafío de dar señales de unidad y de que su lapicera aún tiene tinta. Del otro lado, muchos de los dirigentes que se aglutinan detrás de Kicillof advierten que el cambio de ciclo es inevitable y que es momento de discutir poder.

Esa inestabilidad que hay dentro de Unión por la Patria (UP) se traslada a la mayoría de los sectores del peronismo, donde la línea que no es cristinista considera que la mesa de discusión se amplió y dejó de ser vertical. Que ahora todos valen menos de lo que valían un año y algunos meses atrás. Sensaciones y creencias que deben materializarse en el momento previo al armado de listas.

Como CFK no puede ordenar a Kicillof, y a muchos otros intendentes y gobernadores, algunos dirigentes olfatean el final de una etapa política y el comienzo de otra, de la mano del gobernador bonaerense, lo que no quiere decir que después termine siendo el líder. Es, a priori, la principal vía para iniciar la etapa de renovación que tantos piden. El futuro es incierto.

El poder de ordenamiento e influencia que pueda tener CFK en los primeros meses del año -donde pondrá a prueba su rol como presidenta del PJ – marcará el pulso de la discusión política y electoral hacia adentro del peronismo. Y, sobre todo, dejará en claro qué se discute y quiénes lo discuten.

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