El Mundial de Clubes llegó para quedarse

El Mundial de Clubes llegó para quedarse

El certamen ideado por Gianni Infantino ya es un éxito y promete seguir de esa manera. 

Cuando recien ha empezado a jugarse la última fecha de la fase de grupos y lo mejor todavía está por venir, ya es posible afirmar que el Mundial de Clubes ha llegado para quedarse. Aunque perfectible, la iniciativa del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, de reunir a los campeones continentales de los últimos cuatro años y a algunos equipos invitados jugando entre sí en un sólo país durante un mes ha dado resultado. Lleva a otro nivel el gigantesco negocio del fútbol. Pero también atrae una expectativa que el anterior formato anual, por previsible, había dejado de provocar. Siempre ganaban los gigantes europeos.

Es posible que ahora tambien suceda lo mismo. Y que el domingo 13 de julio, alguno de los grandes de allá termine levantando la Copa. Pero antes de eso, tendrán que superar cuatro cruces mano a mano, tal vez ante equipos brasileños y argentinos dispuestos a darlo todo con tal de llegar a la gran final en Nueva Jersey. En eso nada ha cambiado: mientras históricamente los campeones de Europa le dieron importancia pero no tanto a la vieja Copa Intercontinental y al anterior Mundial de Clubes (para ellos nada se compara a ganar la Champions), los campeones de América siempre han puesto esta competencia en lo más alto de sus aspiraciones. Mucho más desde que llevan trece años sin poder ganarla: el último fue Corinthians de Brasil en 2012. 

El calendario juega a favor de los sudamericanos. Los encuentra en ritmo a mitad de temporada y sin el cansancio acumulado de los europeos, que deben asumir una competencia en el máximo nivel luego de una agobiante temporada que abarcó más de setenta partidos entre los campeonatos locales y las copas continentales. Además, con este contrasentido: mientras que para los jugadores el ciclo 2024/25 se ha extendido más de la cuenta y los obliga a seguir corriendo detrás de una pelota bajo las altísimas temperaturas veraniegas del hemisferio norte, algunos técnicos como Xabi Alonso (Real Madrid), Pep Guardiola (Manchester City) y Cristian Chivu (Inter), consideran al Mundial de Clubes como el primer torneo del ejercicio 2025/26 y exigen en consecuencia.

Será así para siempre. No hay otra fecha disponible para esta competencia. Salvo en el Mundial de 2022 en Qatar, los clubes y las ligas europeas no están dispuestos a parar un mes la pelota entre mediados de noviembre y diciembre para hacerle espacio a un torneo que tampoco les importa demasiado y que consideran una intromisión de la FIFA en su propio negocio. Infantino les quebró la muñeca con los 1000 millones de dólares que puso Arabia Saudita para televisar a través de la aplicación DAZN y que se volcaron integramente a los premios. Pero la lucha de poderes proseguirá no bien la pelota gire por última vez dentro de tres domingos.

Europa mira esta copa con recelo. Sudamérica la desea más que ninguna otra. El Mundial de Clubes ha llegado para quedarse y Brasil ya se postuló para organizar la edición de 2029. Esta historia continuará. Y a esta altura, eso es lo único seguro. Todo lo demás está en juego.      

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